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Prestige: exigimos responsabilidades



          sábado, julio 31, 2004
 
El polemista
Tengo una amplia colección de polémicas epistolares. Se puede decir que el mail está hecho para gente como yo, demasiado vaga para escribir cartas, demasiado cobarde para llamar por teléfono, demasiado poco brillante para encontrar los argumentos rebativos en el momento que llegan los dardos, demasiado poco espontáneo para desfogarse con el chat.

Tenía una manía perniciosa. Releerlas -y antes escribirlas- como si fueran literatura. Intentar ser como una puta apisonadora, dejar sin crédito al rival. La dialéctica. Cuanto más precisa, cuanto más intachable más inerte, más lejos de las relaciones personales, que no son otra cosa que la acumulación de errores. Un dicho dice que con defensas perfectas no existiría el fútbol. Otro asegura que los partidos más bellos están llenos de errores, que es la única posibilidad de que exista la diversión y el espectáculo.

Lo dicho, me estoy quitando. Por de pronto el otro día borré varias listas de mails, de esos importantes, reveladores, donde se dicen cosas que escuecen de la hostia. Al cabo del rato lo había olvidado. Voy a seguir haciéndolo, creo que aleja más rápido el rencor. Porque soy bastante rencoroso.




          jueves, julio 29, 2004

 
En la ciudad gris
Hoy he ido a Santiago. He estado en un hospital, en dos tiendas de moda, una pastelería, un restaurante, la cafetería de un museo, aparcado, despidiéndome. Había mucha gente y atascos. Muchos peregrinos y guiris. La gente joven de santiago siempre me gusta como viste. Viste de estudiante, ya lo sé, pero bien. He visto zapatillas muy chulas. Se habla más en galego que en vigo, y creo que se es bastante más nacionalista, puede que más de izquierdas, aunque seguramente esto lo piense porque sólo conozco gente de una determinada burbuja. Hemos saludado a una conocida en la tienda fashionista, hemos hablado un rato. Luego hemos ido a comer a o dezaseis, siempre vamos allí, estamos cómodos. Es un sitio que te acoge, en invierno del frío y el agua y en verano del calor. Es como una casa de piedra. Debe de ser un feudo nacionalista, allí es normal encontrarse a artistas, actores, personajes sociales de la ciudad, y las conversaciones que se oyen a menudo versan sobre política. Parece que un "no hay derecho" sobrevuela el aire en ciertos días; en otros, como el de hoy, los camareros no dan a basto por el xacobeo, y hay más intrusismo, y cierta burguesía más rancia releva a las barbas y sandalias. Luego hemos tomado café en el cgac, hablando en bajito porque las paredes oyen. Siempre que estoy allí me parece que en las mesas se está conspirando, y por un momento me pongo en su lugar y veo que ellos piensan lo mismo de nosotros. Hay pocas mesas y quizás por eso cierto aire de elegidos se dibuja en la estirpe de los clientes y todos nos miramos algo más de lo normal. Hemos salido, yo había llevado calcetines después de un mes porque en santiago muchas veces me constipo, de hecho ha chispeado y todo. No se veía el cielo, sino una veladura gris como más cerca de los edificios y de nosotros. Con nosotros ha venido una persona a la que le gusta mantener cierto control de lo que enseña o deja enseñar. Nos hemos sentido muy bien. Yo la admiro abiertamente y creo que voy a pensar mucho en ella.




          martes, julio 27, 2004

 
Esta mañana a mitad del paseo he visto un gato negro
Venía frente a mi, parecía un duelo del oeste. Al vernos, nos hemos parado un segundo. Luego él ha enfilado hacia su derecha, hacia la tapia, para saltarla. Pero yo he ido hacia la misma dirección apretando el paso. Asustado, ha cambiado súbitamente de dirección y me ha pasado por mi derecha. He conseguido que no me cruzara por delante, tan sólo hemos dibujado un paralelo. Al cabo de los pasos me he girado. Él también lo había hecho. Allí estaba, a contraluz, en medio de la carretera, apenas una mancha. Mirándome, pensando. Luego hemos seguido nuestro camino. El camino.




          sábado, julio 24, 2004

 
Ayer una amiga me llamó para ver como estaba
Llamó por teléfono a mitad mañana porque pensaba que estaba chungo. Lo pensó, cogió el teléfono y llamó a mi casa. Sólo para preguntar estás bien.
Es increíble, no recuerdo otra. Creo que es la primera vez que me ocurre.

Menos mal que no estaba, no habría sabido que decir. Afortunadamente c habló por mi y dijo bien. Cuando llegué al mediodía me lo contó. Me emocionó mucho, no estoy acostumbrado a que la gente se ahorre las aproximaciones sensatas y prudentes. Lo normal es que la gente actúe como soldados; en la noche, saltando de trincheras, con ropa de camuflaje. Damos 10 pasos a la carrera y nos tiramos al suelo, en las manos la bayoneta calada, el chaleco antibalas dispuesto. Avanzando sólo cuando no hay riesgo.

Esto me recuerda que otra amiga -algunos pasos más allá de lo virtual- me hizo exactamente la misma pregunta esta semana. Esta vez por mail. A ella le dije que no. Lo diferido del correo provoca esas audacias. En el día a día uno debe evitar a toda costa el no puedo más.




          miércoles, julio 21, 2004

 
Psicodrama(1)
Por mi parte te diré que era tan grande tu influencia sobre mí que hasta me pegaste tus manías y neuras. Siempre tuviste la habilidad de saber proyectar tu mundo a los demás. Y tu mundo a veces es tan brillante que nos ensombreces, y necesitamos distanciarnos. De ti he aprendido más cosas que de nadie, pero a la vez y de alguna manera me anulabas. Pero me gusta la gente que se abre y que a veces se pasa.

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Asumo el dardo de lo de los silencios. Pero te he de decir que ahora, más que nunca, hay que tener paciencia conmigo. Bastante hago con tenerme en pie y no desmoronarme. Realmente estoy para poco, sólo hago lo que me pasa por delante, y no estoy muy sociable, no tengo fuerzas.
Y me parece increíble que alguien pueda sentir envidia por mí porque nosotros ahora nos cambiaríamos por cualquiera.

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Tú eres del tipo caer bien o caer mal y yo del tipo caer bien. Pero eso es porque tu dices más lo que piensas. El día que me acabe de soltar, jeje

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La verdad es que me molaría dar rabia pero no lo consigo. Cuando creo que me estoy pasando tengo un clic que me hace cortar.

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Pues si, siempre fuimos el policía malo y el policía bueno.


   

 
Psicodrama(2)
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No te quedes con lo negativo (que pienso tu ya conoces de sobra: tu ya sabes que eres obsesivo, maniático y que no te cortas a la hora de caer mal). Tb te he dicho entre líneas (y sino te lo repito) que eres la mayor influencia para mí (a veces demasiado, ahora cogí un poco mi sitio), que eres la persona con más talento que he conocido, que tienes un gran corazón (con bastante mejor fondo que el mío), que sin ser guapo tienes un magnetismo acojonante y sabes exponer tus ideas con una elocuencia que envidio malsanamente. Yo nunca podré tener ese dominio de la escena y de la gente porque de joven fui muy tartamudo y eso me ha marcado de por vida. Cada año hago adelantos, le gano terreno a ese complejo pero hay ciertas cosas que me son vedadas.
Otra cosa, aprovechando esta línea de confesiones que barnizo con humor para que no de tanta vergüenza, aunque lo cierto es que ya me da igual un poco todo, por eso no me corto y lo suelto todo. Estoy hecho una marica parlanchina. Te quería pedir perdón por mi comportamiento en aquellos convulsos días en que nos enfadamos, cuando la primera fe y eso. Ya me ha pasado con varias cosas, en el momento que salto pienso que tengo toda la razón y el otro ninguna, y al cabo de los años le doy completamente la vuelta a la tortilla. Ahora pienso que te hice mucho daño de una manera estúpida y cría. Sólo sé que sí necesitaba hacer algo para romper esa dinámica (que al menos yo sentía) de ensombrecimiento detrás de ti, pensaba que la gente pensaba en mí como un doble tuyo pero más mediocre. Tenía un horrible complejo de inferioridad. Hablo en pasado aunque, ya curado, aún tengo algún coletazo (como cuando me enseñas tus diseños que me siento una mierda a tu lado) bueno eso, que perdón, que necesitaba tener novia, y mi vida, y conocerme mejor y ver que tengo mi personalidad más allá de la tuya.
 
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Bueno, parece que admiramos lo que no tenemos. O que nos parece mejor lo de los demás y no nos queremos mucho.
Lo único que no te admito es que digas que tengo carisma. Tienes demasiada buena opinión de mí.
 
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Hace años creí estar enamorado de mariajose. Tenía tal grado de identificación con vosotros y estaba tan desesperado. Pensaba que era mi mujer ideal.
Glups, esto ya es insuperable?
 
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Ahora que estoy escuchando carla bruni y mi casa parece de nescafé se me ocurre que ya no tengo ningún secreto después de haber desnudado mi idolatría por vosotros. Espero no tardar 10 años en confesar los siguientes.
Y espero que tú no lo hagas tampoco.




          domingo, julio 18, 2004

 
Los comentaristas de contra
Al final me he decidido por comprarle a haloscan los comments. 12$ al año. Me daba rabia que se perdieran algunos de los momentos más vibrantes, con frecuencia mucho más que los posts. Lo dicho, para el completista, o para el que tenga tiempo, ya se pueden leer los comments desde el post 0 hasta éste. No os fieis de que ponga ningún comentario, eso no lo he conseguido cambiar de momento, entrar que si que los hay.


   

 
200
Este es el post nº 200. Iros de una puta vez, cabrones. En serio, iros ya. Mientras que sigáis viniendo yo no tendré más remedio que seguir escribiendo. Sólo calla quien no tiene quien le escuche. Tener espectadores es la droga más fuerte. La peor. Creo que ya soy un yonqui.


   

 
Contra entre Johnny Cash y Mark Ostarcevic
Pongamos estos dos cabos. Tensemos la cuerda. Situémonos en ella. El que quede más cerca del medio gana. Será un tipo inteligente, inquieto, con el que se podrá hablar. Pero también alegre, con esperanza, divertido, equilibrado, seductor.
 
Yo no se situarme. Tendría que revisarlo cada semana. Creo que me paso más tiempo en los extremos que en el centro. Últimamente he sacado a pasear mi lado galán de opereta, hortera, deslenguado, creído y engolado. Creo que el muñeco de negro pide paso. Querrá soltar alguna de sus lugúbres soflamas. Querrá volver a aullar solo, o para sí mismo, para sus cuatro paredes.


   

 
Contra vanidoso
Pongamos que estoy en una fiesta. Pongamos que a ella acuden personas que conozco sólo virtualmente, a través del blog. Pongamos que las conozco y me tiro toda la noche hablando como un charlatán, sin parar, sin saber casi ni lo que digo. Embalado. Pongamos que me dicen que soy un vanidoso. Pongamos que me acerco en un descuido a j, el cuñado al que llamaban el genio. Pongamos que le cuento lo que me han dicho y le pregunto tú que crees. Pongamos que me responde si no lo fueras me harías esta pregunta?




          viernes, julio 16, 2004

 
Aún
hay quién dice que lo peor es la tristeza. Lo peor de lo peor es no encontrarle sentido a nada. Y no verse capaz de encontrárselo.


   

 
Viviendo en la era noise

No voy a ir a los conciertos del milenio. Por pereza en primer lugar, pero también porque cada vez soy más selectivo. No me basta con que me guste el grupo, me tiene que estimular el sitio, el sonido, la comodidad, la mise en scene... Si, soy mayor. Además no me gustan los conciertos múltiples, prefiero un grupo sólo, ni siquiera teloneros, a pelo.
Me he acordado estos días del primer santirock, de aquel cartel sensacional. Allí si tuve la sensación irrefrenable de que no me lo podía perder. Las cosas han cambiado, no sé hacia donde desde luego. Por aquel entonces mi hermano mellizo aún era crítico de mondosonoro y ésta fue su crónica. Hoy la recupero.

Noise, que gran palabra para hacerse una camiseta... hace 10 años. Hoy de que nos la haríamos, ¿de un chupa-chup?.
Hoy, cuando de todos sitios nos llegan noticias de la muerte del noise, y con él casi del indie, se nos hizo difícil traspasar la sensación de demodé en Santiago viendo a grupos que han significado tanto en la década pasada. Yo La Tengo, Teenage Fanclub, Sonic Youth; padres de casi todas las ramas surgidas en el rock de los 90. Padres de todos nosotros.
Permitidme que pase por alto a los locales Salty Water y Brandell Mosca, incluso a Manta Ray -que siguen sin encontrar el alma que aglutine tanta pretensión- y me centre en estos tres grupos, que intentaron como el resto sobreponerse a unas condiciones climatológicas poco adecuadas -genial la sensación de no achicharrarse en un festival, pero el viento hacía que el sonido pareciese a veces un zigzag.
Si el viento hizo de las gradas una tortura, tampoco el orden de actuación de los grupos fue el más adecuado. Dejando de lado lo de que Ocean Colour Scene fueran cabeza de cartel -una falta de respeto; el problema no es suyo, ellos mismos se saben del montón, sino de los que encumbran a un grupo retro con dos tres canciones- hubiera sido más lógico escuchar primero a Teenage Fanclub que a Yo La Tengo, cuyo último material invita más al susurro y a la nocturnidad y salieron a escena a plena luz del día -algo que debería prohibirse de una vez.
A pesar de eso, dejaron claro que lo suyo es diferente. Sin llegar a la brillantez de su última visita -en Gijón, hace unos meses, donde tuvieron una noche imborrable- su personalidad y su oficio les hacen sobrellevar cualquier contratiempo. Entre voces de más caña Ira y sus amigos desplegaron sin inmutarse todos esos detalles que los han conducido intactos por el tubo del tiempo y las modas hasta su último disco, de una clase inalcanzable para la mayoría, que parece haberles puesto otra vez en órbita. A salvo del escaso minutaje y de un orden quizá erróneo se sucedieron lecciones de trip-rock crepuscular como las recientes Everyday o Tears are in your eyes, con azúcar como el de Let´s save Tony Orlando´s House o You can have it all, dos de las canciones del año, sin duda; ésta última con momento coreografía desarmante incluido. Las antiguas Big Day Coming o una deconstruida y larguísima I heard you looking sirvieron para contentar a la nostalgia y dar rienda suelta a ese desvarío guitarrero que tanto gusta a la juventud.

El club de fans de la adolescencia, por el contrario, parece haber envejecido demasiado. Uno acabó cerrando los ojos para no ver el pelo cano de Raymond e intentar reencontrarse con esa pose tan cool de media melena, converse y chubasquero que todos imitamos. Tampoco hubiera estado mal cerrar las orejas, porque fueron los que peor sonaron. Al ya conocido defecto del viento aunaron un sobresonido del bombo demencial y una falta de puesta a punto evidente que hizo naufragar un repertorio plagado de joyas melódicas de tan sencillas muchas veces minusvaloradas pero con la indiscutible estirpe de lo clásico.
Desde Everything flows hasta Ain´t that enough. Cada canción, un recuerdo. Un viaje donde el ruido quedó en el camino, y donde quizás Teenage Fanclub han dicho adiós a la sorpresa y a todas esas cosas que hacian de su música algo más de lo que aparentaba. Esperemos equivocarnos.

Sonic Youth, en cambio, siguen siendo jovenes. Parecen seguir moviendo el peso de grupo tótem que llevan soportando casi dos décadas con la misma actitud que les ha hecho célebres. Con un pie en la vanguardia y otro en la baja cultura, y el espíritu arty intacto, su música sigue siendo en ciertos aspectos indescifrable. Y ahí radica su éxito, su perdura. En Santiago repasaron su nuevo álbum apoyados por unas imágenes -con cámara fija, no escogidas- del metro y la calle de Nueva York y a todos nos pareció excelente. Más pausados, casi trip, y con un sonido impecable, las siluetas de Thurston, Lee y Kim -qué sexy- se agrandaron con la impronta del carisma. Salvo alguna pose de guitar hero , y con la voz sobrecogedora de Lee Ranaldo como pico emotivo, llegaron al final del concierto donde tiraron de sus hits; 100%, Kool Thing, nos hicieron saltar y hacer riffs imaginarios y quedar contentos y felicitarnos por un acontecimiento así por fin en Galicia.

Cuando todo acabó, en los ojos quedaba el brillo mortecino de las asignaturas aprobadas. Mucho tiempo atrás, en otra era, nos habríamos roto la camisa.



   

 
Paraíso perdido
Todos tenemos uno. Una arcadia con la que suspiramos, una postal. El mío es éste.
Mientras escribo esto me bajo mi canción favorita de Belle&Sebastian. Se llama Like Dylan in the movies y bueno, siempre que la escuchaba me acordaba de esta foto. Sobre todo de esta, de ir abrazado a una chica como esa por greenwich village, y pilotar toda la maquinaria de cambios de los 60. El folk-rock, probablemente mi música favorita. Dylan, la cúspide de mi pirámide. Porque, aparte de todo, tiene LA imagen.
 


   

 
The man in me
Leyendo cosas como Vía revolucionaria es difícil tener un buen concepto del género humano, del masculino sobre todo. En él se explica, con asepsia de diagnóstico, que los mejores momentos en la vida de un hombre son aquellos en los que se siente más hombre. No aquellos sentimientos compuestos que te proporcionan la lectura, la contemplación de lo bello, el diletantismo. Sino la energía bruta, sin refinar a la que sólo se llega con el comportamiento más extremo, más falto de escrúpulos y ética. Nos sentimos hombres traicionando en nuestro beneficio, nos sentimos hombres sojuzgando, pasando por encima de otros, nos sentimos hombres viendo obedecer nuestras órdenes, puteando, drogándonos con el elixir del poder.  Nos sentimos hombres, machos siendo infieles a nuestras mujeres, o pegándole una paliza a alguien.
 
Seguramente para algunos hombres este arquetipo sea incierto, pero la mayoría podríamos suscribirlo. La mayoría luchamos día a día porque nuestro interior no se salga del cauce de la educación y los modales. No hacerlo supondría el destierro, la fuga del entorno y la sociedad que nos rodea. Por eso nunca lo haremos. Hay demasiado confort en juego. A cambio, obtenemos nuestra dosis de respetabilidad y posición -aquello que llamamos calidad de vida.
 
El hombre que nos habita es probablemente mucho peor que el que dejamos salir, que su proyección social. Es un pequeño monstruo al que conviene no poner a prueba. No conoce la gramática, pero podría escribir las mejores páginas. Pero el precio es demasiado elevado.





          martes, julio 13, 2004

 
Deprisa deprisa
De pequeño hice una redacción de mis vacaciones que me llevó de clase en clase en plan declamatorio. Me dio tanta vergüenza que tardé una década en volver a escribir. Porque a mi no me gustaba, y no hay nada peor que ser demasiado consciente de las cosas. He decidido que, definitivamente, me gusto más algo ido, achispado. Es como si levitase, pero sólo unos centímetros. La apariencia es la misma, pero yo lo veo todo como desde más alto, y uno se descojona más porque ve las calvas, y las arrugas, y todo eso que desde abajo impone se denota minúsculo, ridículo -como todo. Seguramente haya quien me prefiera más correcto, menos parlanchín, más elegante y comedido. Pero ahora mismo mi prioridad no es quedar bien, ni conservar amigos. Sino seguramente ser más audaz, más salvaje, más asilvestrado, e ir más allá de la equidistancia. En un grupo que camina seguramente me encontrareis por delante, unos metros. La indecisión de seguir bebiendo hallará en mi mal cobijo. La academia de la contención no tendrá un sillón con mis iniciales. Esto, definitivamente, es una señora huida


   

 
Costeleta (viernes de)
Thirty-something de elvi. En su piso coquetón, colorido. El que comparte con ra, claro.
Ellos son unos vigueses recientes, por lo que su círculo de amistades es raro y disperso. Está maría, que es de aquí pero ejerce fuera, all over the world; están juanjo y margó, que no se sabe ya de donde son, pero en algún sitio entre vigo y a coruña; estamos sus compadres vigueses empanadinha, lg, c y yo -y alguno más que no pudo asistir; y los santiagueses maría, duquesa, jean-sol y kate, los últimos en llegar.
Son los perfectos anfitriones. Tienen ese algo efervescente que hace que todo el mundo esté siempre de un humor de perlas, y no haya caras largas, y la gente sienta aún la juventud, o al menos pelee por ella. Habrán dado más de mil fiestas en su vida; apuesto a que ninguna mala, apuesto a que todo habrá marchado sobre ruedas en ellas precisamente porque no hay nada excesivamente rígido, inmóvil. Todo gira en la misma dirección que la vida. La del viernes, sin llegar a las cotas de la despedida de juanjo, fue otro de esos días en los que uno se alegra de estar aún conectado, con cobertura: party line. Pero hay algo más, algo cuya causa quizás descanse en la época: es ese retorno a cierta frivolidad que tantos años de post-teenage, de ese páramo grisáceo que es cumplir cierta edad, establecerse, tener cierto presente económico, un sitio que amueblar y amurallar han acabado por hacer emerger. Hay, como decirlo, ganas de caerse bien en el aire. Ansiedad por conocer y parlotear y hacer el gilipollas, algo tan digno como el tormento y bastante más sano e inteligente.

Me da igual cómo acabe todo esto. No quiero vaticinar que quedará después de la deflagración, ya habrá tiempo de plegarse y recoger los restos. La oportunidad de desencantarse siempre llega, para qué anticiparla.


   

 
Arte contemporáneo (sábado de)
Al día siguiente es la inauguración. Yo ya he dado a luz, con lo cual voy bastante pancho. No me hacen falta reconocimientos -que siempre se agradecen- mi maltrecha autoestima me llega para saber que mi trabajo cumple de sobra las exigencias.

Vamos con dos de las mejores personas que conozco -mis cuñados-, y allí nos reencontramos con p y cr. Y con ellos hacemos el paseíllo. P y cr acaban de representar el eterno drama de galicia: el éxodo de sus mejores talentos. Una sangría infinita y desesperante para los que nos quedamos: una nueva oportunidad para la depresión, para el sempiterno cabreo. Trabajan en arte y moda; con certeza por encima de ellos no hay nadie, por eso han acabado echando mano de la respiración asistida, el oxígeno natural comenzaba a ser irrespirable. Se van, cómo no, a barcelona. Buena suerte.

Ah, la bienal. Bueno, me reconcilié un poco con el arte visible de hoy. Es, como todas estas cosas, un ejercicio de funambulismo entre la corrección, el localismo, el zeitgeist y una hiperbolización del espectáculo. Pero tiene bastantes cosas afortunadas, o al menos curiosas. No pido más.


   

 
Madrid (domingo de)
Ahora o nunca. Dos días de parón que nos hacen coger el portante a la carrera y salir hacia la capital. El objetivo es acudir a sus dos catedrales de la cultura: el reina sofía e ikea. El museo pronto cae de la hoja de ruta. Llegamos a media tarde a alcorcón, nos alojamos en el formule1, a escasos metros de la meca del interiorismo de masas. Esta cadena de hoteles es curiosísima. Lo primero, son los más baratos: 29 euros para una habitación que sirve tanto para una como para tres plazas. Son totalmente prefabricados; uno se imagina un camión transportándolos desde francia ya enteros, con rótulo y todo. Y dejándolos caer en las desérticas periferias de las grandes ciudades. Conozco dos, éste y el de getafe, y no tienen una sola diferencia. Los baños son todo un vaticinio de hacia dónde va la civilización, algo entre japón y 2001 de kubrick. Repetiremos, sin duda.

Por la noche nos dejamos caer en los alphaville a ver que echan. Antes cenamos en el vip´s. Fuera, el verano es un hecho. Comemos muy bien como siempre. Al acabar, entro para ir al baño, con la secreta intención de ver a nacho canut, alejandro y mari tomando pizza y haciéndose fotos con el semblante congelado. Pero no.

Entramos a ver Wilbur se quiere suicidar. Está bastante bien. Aunque no tanto como te gustaría. Leí que Isabel Coixet y Lone Sherfig, la directora de ésta y de Italiano para principiantes, se conocieron a través de sus películas y se reconocieron como a una hermana de sangre, de tan afines. Lo cierto es que Wilbur wants to kill himself (gran gran título) es tan coixet que da un poco de rabia, y eso que a mi isabel me gusta, pero dos tazas de esa sopa empalaga. Una película triste pero formalmente amable, con gente guapa con mala suerte, o que se muere. Con algo de especias naif. El dogma por ningún sitio, por supuesto. A no ser porque la chica parece la de múm, y va de que es pobre -pero es tan preciosa que sabes que es una fábula, y que en realidad la chica es pija e hija de alguien. El protagonista es un hallazgo; físicamente es un cóctel entre manu chao, robbie williams y robert downey jr. Irresistible. Hace de iluminado, un poco lo que intenta almodóvar y nunca le sale. Ese rollo de que alguien ingenuo y simple en realidad es el que mejor entiende la vida. Bueno, está bien. Ya está vista.


   

 
Ikea (lunes de)
Nos levantamos pronto para desayuna de gratis en el hotel y nos plantamos en ikea a las 9:30. Previamente c se ha empollado el catálogo. Nuestros amigos que ya son veteranos nos han advertido del caos que es aquello, que tienes que llevar un masterplan de antemano, y ser resolutivo. Y que siempre lo que más quieres está agotado. Pues tuvimos el día dorado, porque todo fue de carrerilla. Sólo una de las cosas no entró en la bulchaca. Además, sin agobios, un baño de relax y buen gusto -sociológico- sueco.

Empezando porque 10 minutos antes de abrir nos invitaron a café y galletas a los que estábamos ya allí, esperando. Siguiendo porque un trío de música clásica iluminó la compra con sus partituras -qué bien les quedó la de Nyman, unos mimos y payasos te sorprendían con improvisaciones en alguna esquina y, sobre todo, porque me pareció un prodigio de inteligencia el negociete. La fórmula es conocida: muebles de diseño a precios de risa. Pero no por ello menos admirable. Un mainstream tan acogedor que estás atrapado, no hay remedio. Te está susurrando, relajadamente, sin estruendo: compra, compra... y serás de hoy. El mejor canto de sirena posible. Nadie quiere quedarse atrás, y menos si la cosa es barata.

Un simple ejemplo de porqué ikea es diferente, de porqué su uniformización alberga lo sofisticado, aún de manera tangencial. Tu compra te da derecho a un "bocado express" que consiste en una especie de pita o crepe rellena de lechuga, queso y salmón, una manzana, y caramelos. Sin duda les saldría más barato aliarse con una hamburguesera y ofertar algo que requiriese menos elaboración, algo más en serie. Pero ellos -aún- piensan. Por nosotros.




          viernes, julio 09, 2004

 
Buf (feedback)
Acabó el colapso. Acabo de venir de la imprenta. Ha quedado realmente bien, no digo que sea bonito sino que ha quedado lo que yo entregué, lo cual ya es muy jodido. Como en todas las exposiciones, 5 minutos antes solo hay caos, pero como en todas -casi- inauguraciones, cuando entran las personalidades todo está en su sitio, no en el mejor, pero si en cualquier caso lo suficientemente aparente para que no de el cante. Hay poco problema, el listón estético/conceptual está muy bajo. Basta con ser correcto para destacar. Ahora tengo unos días de asueto, me voy domingo y lunes a madrid. Iremos a ikea, compraremos algo para mi turba de cds, alguna mariconadita más caerá de la cuenta, veremos el bicho de Jean Nouvel, poco más. A la vuelta habrán otros colapsos, otros caminos sin salida que acaban teniéndola. Habrá cosas que empezar y no me sentiré capaz como siempre. Las acabaré haciendo. Intentaré currar mucho y pensar lo justo, intentaré que pase el verano lo más rápido posible, sudar lo mínimo. Intentaré no pensar en que odio el verano cada vez más, por motivos no sólo climatológicos.

Dentro de poco esto cumplirá dos años. El año pasado hice mucho ruido por mi aniversario, pedí opiniones sobre el blog, hice ranking de coments, etc... releyéndolo, puede parecer perfectamente que me las doy de algo, que creo que esto más que un blog es una revista, que soy demasiado consciente de la audiencia. Es inherente a mí, siempre hago las cosas por alguien, en respuesta a alguien, a rebufo de alguien. Nunca por mí. Por eso sois tan importantes aquí, tan necesarios como que vosotros construís este solar. Puede parecer tópico y artificial dar de esta manera las gracias, pero lo siento así.
Aún no sé si haré algo este año. Lo de los coments me gustaría pero haloscan me lo pone muy difícil, se los va comiendo día tras día. Podría comprarlos pero no me decido.
En fin, se admiten propuestas. Incluso la posibilidad de no hacer absolutamente nada al respecto, de pasar otra página de la moleskine sin ningún tipo de melancólico regodeo.




          jueves, julio 08, 2004

 
El 4/7/04 13:14, x escribió:
Te cansas alguna vez de que te hagan la pelota?
Crees que me la hacen mucho?

A los dos días me responde:
Ha sido un error, creía que había abortado el envío a tiempo. Esta pregunta no era para ti.

Vaya, estaba convencido de que sí.


   

 
El 5/7/04 21:34, z me pregunta:
Me puedes decir cuánto cobras?

En un interminable segundo absorbo, evalúo y respondo:
Vaya pregunta... y tú?

Los subalternos intervienen, hacen un chascarrillo y la tensión -social- se diluye, la otra aún tardará.


   

 
El 7/7/04 a las 8:30, 9:20 y 10:15, w se despide con:
Un abrazo

W es una persona que por edad podría ser mi padre, con un alto cargo y una privilegiada posición social en su ciudad.

Me conoce desde hace un mes y algo.
Sólo hoy ha cambiado el "un saludo" por "un abrazo". Y suena a verdad.


   

 
El 6/7/04 a las 12:14, archibald comenta aquí:
Pues yo pensaba que tu tenías habilidad para este tipo de cosas, a ver si va a resultar que tú y yo estamos más cerca de lo que parece.

Se refiere a habilidad social, a talento para las relaciones públicas. Me lo han dicho bastantes veces, bueno eso y otras cosas, como que parezco seguro y tranquilo. Cada vez que pasa no entiendo nada: no me entienden?, no me saben ver?, o es que no soy lo que creo?, o es que estoy siempre actuando, mintiendo?




          martes, julio 06, 2004

 
Viva la gente
Me invitan a tomar algo, una cerveza. Llegamos, está lleno de gente de muchas nacionalidades, me presentan a todos. Digo hi y me siento, me tomo la caña mientras todos congenian, todos están encantados de conocerse, parece la puta cee. Me siento incomodísimo, pensaba que íbamos a hablar de trabajo. La acabo y me voy, me despido. Salgo a la calle, me siento solo en otra ciudad, como soltero. Entro en un telepizza, me toma una porción, mando smses a ra. Me digo no tengo remedio, cualquiera se hubiera quedado a congeniar, probablemente no sería mala gente, seguro me conviene laboralmente. Pero pienso: que les den a todos por el culo. Sé que toda esta chulería no es más que un disfraz y quien quiera me herirá cuando y como quiera. Me queda grande el disfraz de seguro. Pero estoy en ello. Lo voy llenando.




          domingo, julio 04, 2004

 
Cuando el arte está en el sitio del arte

Bueno lo cierto es que no ha envejecido del todo mal lo de mi primo. Un poco telegráfico de más, supongo. Le falta fluidez. Era algo parco, bueno sigue siéndolo. Ésta texto era la segunda parte, creo que quería hacer una trilogía, o más. Pero lo dejó aquí.

Dad un paseo por vuestra ciudad. Mezclaros entre el resto de las cosas. Abrid los ojos. Hasta en el más anodino de sus días, la vida está viva. Hasta el detalle más insignificante no cesa de mutar, de reconstituirse. Lugares, luces, texturas, sonidos, caras, momentos, relaciones, casualidades? todo estalla y duele con su velocidad e inconsistencia.

Entrad en un museo de arte contemporáneo. Puertas cerradas, aislamiento, dique, microuniverso, gueto. Estancias contenidas, sobrias, mínimas. Parco mobiliario, silencio, paredes blancas, pureza: la elegancia. Seguramente el lugar más inerte posible.
El tiempo detenido, una colección de instantes suspendidos, como en formol. El limbo, la residencia del buen gusto, la panacea de la cultura. El depositario de la historia, el mausoleo de los justos, de la burguesía.
El sitio donde ir a ver arte, el marco que valida que los objetos que contiene son arte. Que nos condona el peso de deliberar.
Qué previsibilidad; ir a. Decidir. Predisponerse. Qué irreal; momentos separados, cribados, ordenados, colocados. Momentos diferidos, ya ocurridos, ya consolidados por la costumbre, ya asumidos, ya limados, ya coyunturales, museables por todo ello. Dignos de las élites, lejos de las calles. A kilómetros del pulso de las cosas, de la sorpresa, de la regeneración.
Sobre las ruinas del museo, titulaba Douglas Crimp en los ochenta. Preciosa alegoría. Hoy, cuando todo está en ruinas, habrá que empezar a vivir en ellas. Habrá que redefinir los espacios. Especialmente los del arte contemporáneo, que deberían servirnos de radar, como sí lo hace la ciudad. Eliminar ese odioso efecto retardado y apropiarse del presente, con todos los balbuceos que conlleva. Con toda su deriva, salvajismo e impureza, con toda su cercanía y proximidad.
No caeremos en la ingenuidad de validar cualquier manifestación que represente el ahora. Nada más lejos de nuestra intención. Este modelo de museo, o centro de arte, es ?cómo no- proclive a reproducir erróneos patrones y discursos. Liberados de la mansedumbre de lo asentado, de lo serio, podría sumergirse en el vértigo de lo fashion, de lo tendencioso. Un universo voraz, provisto de mecanismos de representación poderosos y verosímiles, capaz de verificar y justificar discursos pasajeros, de hacer creíbles modismos. Tampoco abogamos por el mero amerizaje de rituales, ceremonias y hábitos de manifestaciones paradigmáticas de la contemporaneidad -como la música, la moda o el diseño- en el museo. Casi siempre hechas con la curiosa intención de dignificar dichas expresiones, por el procedimiento de elevación. Lejos de su hábitat natural, pierden su sentido y última razón de ser. Su utilidad. Esa actitud no hace sino perpetuar un deterrminado estado de las cosas. Legitimar una jerarquía.
Nuestra intención es probablemente mucho más modesta. Empezaría por sustituir esas arquitecturas del exceso, de la megalomanía, espejos del dinero y el poder. Esos muros de contención, esas dimensiones no humanas por estructuras más afines, sociables, por lugares, por supuesto, ordenados y coherentes, pero ligeros, cambiantes. Capaces de captar, capturar y escupir ondas. Maleables. Pasaría por procurarnos espacios francos, puertas abiertas en cualquier esquina, como sin avisar. Por la construcción de lugares con estéticas menos apabullantes, livianos, con la ductilidad necesaria para albergar talleres, conciertos, exposiciones, proyecciones o foros de discusión. Con unas poéticas menos clasistas, gremiales o endogámicas, de veras necesarios. Con un perfil no arribista, no económico. Con la fisonomía de la investigación.
Por la búsqueda de ese tipo de emociones de asalto y golpeo que nos procuran las cosas descontextualizadas, rehechas, normales y únicas a la vez. Un cartel de repente, una bolsa de plástico en el suelo, un sonido, una luz especial. No concretemos. Sencillamente lo distinto, lo ofensivo, lo inadaptado.

Cuando el arte está en el sitio del arte nos libera de cualquier responsabilidad. Aletargados, activamos nuestra sensibilidad diletante al cruzar la puerta del templo. Nos vestimos de feligreses, participamos de la liturgia. Allí somos curiosos, conscientes.
Cuando el arte está en cualquier sitio, en todas partes y en ninguna al tiempo, estamos permanentemente vigilantes, en guardia, en tensión. Dentro y afuera, camuflados, como un comando.





          sábado, julio 03, 2004

 
Cuando el arte es demasiado arte

Creo que no he hablado nunca de mi primo Brown, el que emigró a Sydney. Él durante una época escribió sobre arte, luego, bueno pues lo dejó, y se marchó a Australia. De vez en cuando me manda fotos de donde vive y me recuerda a cómo imagino son los días de puerquito, algo esquizofrénicos, entre un trabajo serio, libros dañinos y labores hortofrutícolas. Hace años publicó este texto, se encontraba próximo a alguna situación como las que estoy viviendo estos días. Me estoy acordando mucho de él.

El arte contemporáneo es ininteligible.
Es muy lógico que dicha idea se haya generalizado porque la mayoría del arte contemporáneo que se propone lo es. Ininteligible no por abstracto o complejo, porque obligue a replantear certezas, porque se asiente en terrenos desconocidos o en crisis o porque incorpore nuevas asociaciones.
Ininteligible porque esa es su aspiración.
Porque quiere ser confuso, difuso. En un arte así, difuso, no hay nada que entender. Parece requerir esfuerzo de comprensión pero no lo hace. Nos lía. Sólo nos implica de una manera hipersensorial, violenta. No sugiere. No tiene fallos. Es perfecto. No es casual que ante estas obras la pregunta, la curiosidad, se traslade desde el sentido hasta la ejecución.
Forzando la máquina, trazando la hipérbole, dibujando el camino más recto, la obra se resuelve en un mero clic de ingenio, de sabihondez. 1+1=2. Donde se promete controversia, negación y debate se ofrecen obras seguras de sí mismas, poderosas, que ni se cuestionan ni se autoniegan, sólo confunden. Difuminan.
A nadie como a la propia institución del arte le interesa un arte difuso. Donde el arte no interroga no hay socavamiento de jerarquías, de status. Un arte donde artistas, críticos, comisarios, galeristas y gestores no tienen nada que explicar porque, ya se sabe, el arte es así. No debe ser útil.

Cuando el arte es demasiado arte se le reconoce de un vistazo. Porque te remite a él. El arte como su arquetipo. Obras que sólo tienen conciencia de sí mismas. Objetos que se posicionan en una tradición de objetos, que la perpetúan, que se autoalimentan entre ellos, son su propio germen. Metalenguaje. Este arte tan referenciable es muy sencillo de apoyar. Porque no cabe duda de que es arte.

Frente a éste, hay otro arte menos reconocible pero no más difuso. En él, la obra se dilucida mucho tiempo después de suceder, incluso nunca se acaba de perfilar. Son amplificadores de sentido. Aquí, por el contrario, sí hay mucho que explicar y entender. La obra recupera su carácter didáctico y esta condición -tan en desuso- deja de ser peyorativa. Enseñar, acercar, descubrir, asociar, ¿por qué no?. La diafanidad no es el contrario de la dificultad. El gran arte siempre es a la vez sencillo y complicado, ordinario y extraordinario, superficial y profundo.
Materia informe, difícil de manejar.
Cuando el arte no se parece demasiado al arte exige mucho más esfuerzo. Pero no cabe duda de que es arte.




          jueves, julio 01, 2004

 
Se puede llamar alguien contra y ser clasista?
C dice que lo soy, que la mayoría de la gente lo es, y nuestros amigos sobre todo. A también me dice algo parecido de vez en cuando. Su argumento es que no trato a todos por igual, que se nota mucho quién me interesa. A c le fastidia que en una reunión me centre en unos y pase de otros, que no haga esfuerzos sociales con todo el mundo. A me dice con sorna -exhibiendo un complejo de inferioridad cultural adorable y algo fingido- que "éstos te gustarán que son modernos", luego se gira y me remata frente al resto: "con éstos si que habla".

Pues las dos tienen razón, desde luego. No hago esmeros con todo el mundo que conozco ni trato, sólo con quien se deja y me resulta interesante -por este orden. Debe de ser que necesito como el aire la afinidad, y mi radar la rastrea como un perro la droga. Además de lo común, también me gusta encontrar lo raro, lo dispar, la sorpresa. Cuando la encuentro, no suelto la presa así como así. En esos momentos mi cámara sólo tiene activo el zoom. La lente panorámica está apagada. No me preocupa el fuera de campo. Ya elegí mi encuadre. Mi primerísimo primer plano.